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fenomenología + poesía

Mes: marzo, 2014

XVII

          Voy a adularte sin límites. Supongo que cuando hagamos el amor por primera vez todo esto habrá acabado. O me masturbe llorando. Pero mientras voy a encantarme hasta parámetros insospechados, sin miedo, porque un ser humano también puede ofrecer proezas a otro ser humano. Sí, ya sé que luego, vendrá la crítica, el desasosiego, la indiferencia, pero si todo eso lo asumimos ya en nuestras miradas y, en las caricias, lo percibimos, no nos cogerá por sorpresa, y podremos, juntos, vencer hastíos, épocas de ceros, nieztscheamente, y, sobre todo, crecer al unísono.

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XVI

Al Teatro, antes de que acabe su día

          Nihifunambulismo. Andar entre un concepto que te levante temprano para ver de nuevo trapos de limpieza amarillos, tendidos desde hace siglos entre la existencia destacada y la ausencia que quieren llamar vacacional; y la búsqueda de la coma significativa, la traducción imposible, la desobediencia civil, militar y religiosa; y tú, ese tú que ahora soy yo, de nuevo, en la capital del reino de la falta, en el centro del país del «sin mí» habrá siempre amenazas; y la ironía que, al escribirse, va musculando la clavícula, la acidez que sube por la columna del ciclista, y el peligro asociado a la verborrea soleada por soledad, pues el sol ha quemado todo, o lo está quemando, o lo va a quemar si no te aproximas antes a eso que nunca quieres ver, pero que el paso de los años hace inexorable.

feno 16

XV

          La fuga de Logan. Huida a medianoche. Escapismo. Salir… Puedes haber llegado a la conclusión de ser tan sólo un grano de maíz, o la inconmensurable gran mazorca. Tal vez, kafkianamente, has llegado a la conclusión de que tu conciencia se encuentra enclaustrada en la de un hámster. Has tenido suerte, mañana, sábado, te acariciará la niña a la que fuiste regalado, y comerás pipas. Peor aún sería que la lucidez te aportara ser únicamente la uña que se agarra a esa rueda de plástico infinito, o ser, sin vida incluso, el material nuevo con el que construyeron la diversión de la rata forever, o los barrotes de la celda del ratón, que pasa sus vacaciones en el laboratorio del llamado mal vivir.

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XIV

          Mi amigo Didier, poeta fallecido ya, me ha pedido que escriba un pareado que verse sobre: o la magnificencia y la marginación; o sobre la solemnidad y el automatismo; o la vulgaridad; y evite términos cotidianos como «reminiscencia«. También añadió que utilizara versos libres, como lo era el propio Didier, y lo soy Yo. Él más, porque cuando mueres, como diría Platón, encuentras la Libertad de sopetón. Y a mí, más que libertad me gusta llamarla el abrazo del teorema, o la propagación de jaculatorias, o el envoltorio férreo del aguijón, y demás partes del cuerpo femenino de la avispa hembra, logrando así la vertiginosa concha de ese vegetal flor que crece, vive y se reproduce, pero que no se traslada de lugar por impulso voluntario, sino sólo al que la imaginación de Didier le permita.

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XIII

     Claro que soy egometafísico, como Tú, que sólo crees en lo que te has imaginado, o te han escrito, o has escuchado. Debates entre el arte de hacer lo que puedes, y lo que debes, o saltarte las reglas, que nos han escrito, o nos han dicho, a sabiendas de que cumplirlas es imposible:

1.- Porque con las lentillas no puedes enfocar la realidad.
2.- Porque estarías demás entre tanto correcto.
3.- Porque no es el momento.
4.- Porque sigues apareciendo en el facebook.
5.- Porque estás a punto de desaparecer.
6.- Y aparecerte de golpe. Sin golpes, claro.

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XII

     Voy a alicatar las paredes de este infierno con las baldosas de lo posible, con el cemento de no te creo y el tapajuntas de la vida -al fin y al cabo sigue hasta el fin-, y ya acabo. No sé si hasta el techo o sólo una franja entre el suelo del infierno -que no quema tanto como decían-, y el pasamanos que está hecho de recuerdos que no fueron, y de ilusiones desvaneciéndose sin avisar, perdiendo brillo, acumulándose en el almacén de los naufragios y las sonrisas a medias. Hasta el techo, eso sí, esa nube de alegría que no llega por más que insisto con la mente en llegar, quedarme, ser,… y alicatarte con otro Yo que no sea éste que escribe, sino él que respira, se levanta de la cama y piensa que hoy es el día de desmontar el andamio y de abrillantar nuestras personalidades, a costa de lo que nos paguen en monedas de miserias las comunidades de vecinos para los que trabajamos, tanto el público como el lector, como los pájaros que se cuelan en nuestros absurdos pero inevitables espectáculos.

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XI

     He oído que el Yo poético se está ficcionalizando, como dicen los pedantes, y yo, más pedante aún, lo niego. Porque el Yo que escribe esto… Atrévete a entrar por esa puerta, verás… como dejo la estilográfica, mintiendo de nuevo a mis lectores, y te acompaño hasta la cama. ¡Ah, perdón, que tú sólo querías beso en la nuca y abrazo!; y yo agarrar del tallo de la rosa las espinas y sangrar por ambas manos como excusa perfecta para, nada más verte entrar, abandonar este poema ficticio.

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X

     No me vayas a engañar, di la verdad, di lo justo… canta el bolero. Pero la verdad es que el engaño ya está hecho, está entre nosotros, con esa pretenciosa rotundidad de creer que lo nuestro será diferente, auténtico, real, verdad,… Cuando lo cierto es que después de un tiempo nos daremos cuenta que sólo había sido lo justo.

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